En este artículo vamos a analizar la cuarta de las Acciones que la Unión Europea ha incluido en el Plan de acción 2017-2019 para abordar la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Desde Integrity Lives & Jobs queremos hacer un análisis de los elementos incluidos en esta acción, en el entendimiento de que, como la propia UE indica, «para ser eficaces, será necesario establecer sinergias entre las acciones adoptadas por las partes interesadas a escala europea, nacional y empresarial». Por tanto, tratamos de acercar estos conceptos a los intervinientes en el mercado de trabajo, ya sean empleadores o trabajadores, y a sus representantes. En la medida en la que contribuyamos a dar la máxima difusión a este Plan, estaremos más cerca de conseguir los objetivos pretendidos.
Acción 4: abordar la penalización por cuidados
La Comisión apoyará el empoderamiento económico de las mujeres mediante la promoción de políticas de fomento del equilibrio entre la vida privada y la vida profesional.
Más de la cuarta parte de la población mundial -con circunstancias y características diferentes- necesitan de los cuidados de otras personas. Niños, ancianos o personas con alguna discapacidad necesitan ser ayudados por otros en algunas tareas cotidianas, que contribuyen a su salud, higiene o crecimiento, es decir, a su calidad de vida. Pero estas personas necesitan el contacto personal, las relaciones frecuentes o esporádicas. En la era del high tech -de la tecnología cada vez más sofisticada y accesible- es más necesario que nunca el high touch, el contacto personal intenso, la estrecha relación humana. Y éste es un aspecto básico de los cuidados: deben ser realizados por personas, con mayor o menor apoyo tecnológico, pero por personas que complementan las tareas concretas con la relación personal, el afecto o el cariño. Pero el trabajo relacionado con los cuidados no incluye solamente los que implican relación personal. También están -e insumen mucho tiempo- los relacionados con la limpieza, la cocina, las compras, la logística, es decir, la buena y difícil tarea de la administración de los recursos familiares -escaso en la mayoría de los hogares. Por tanto, los cuidados no son únicamente trabajo. Requieren asumir la responsabilidad de crear un ambiente limpio, saludable y afectivo -con recursos escasos y en muchos casos insuficientes- para los miembros del hogar, los dependientes y el resto.
La OIT está trabajando activamente en la reivindicación de que los cuidados -vengan o no acompañados de retribución- son un trabajo y, como tal, deben ser considerados y tratados de forma homogénea con cualquier otra actividad del ámbito laboral. A tal efecto han desarrollado el documento “El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente”, cuyo resumen ejecutivo se puede consultar en este enlace.
Este es un tema de gran complejidad que ha permeado en la sociedad y que ha sido asumido como algo natural por las familias y sus integrantes, la sociedad, las empresas y la administración pública. Por ello, condiciones estructurales -como el crecimiento y envejecimiento de la población- o coyunturales -como las crisis económicas y los recortes en gasto y prestaciones sociales- provocan que esta realidad tome cada vez mayor relevancia cualitativa y cuantitativa y tenga consecuencias directas en el desarrollo profesional de las mujeres, contribuyendo de forma muy significativa a la brecha salarial por género ya que, una vez más, esta tarea históricamente recae sobre las mismas.
La escritora francesa Flora Tristán escribía en el año 1838 sobre las vivanderas, aquellas mujeres que acompañaban a los soldados en el campo de batalla: “Cargan sobre mulas las marmitas, las tiendas y, en fin, todo el bagaje. Arrastran en su séquito a una multitud de niños de toda edad. Hacen partir a sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan así las altas montañas cubiertas de nieve y atraviesan los ríos a nado llevando uno y a veces dos hijos a sus espaldas. Cuando llegan al lugar que se les ha asignado se ocupan primero en escoger el mejor sitio para acampar. Enseguida descargan las mulas, arman las tiendas, amamantan y acuestan a los niños, encienden los fuegos y cocinan. Si no están muy alejadas de un sitio habitado van en busca de provisiones. (…) Estas mujeres proveen a las necesidades del soldado, lavan y componen sus vestidos, pero no reciben paga… Viven con los soldados, comen con ellos, se detienen donde ellos acampan, están expuestas a los mismos peligros y soportan aún mayores fatigas… Cuando se piensa en que, además de llevar esta vida de penurias y peligros, cumplen los deberes de la maternidad, se admira uno de lo que puedan resistir». El hecho que describe Flora Tristán es universal y está descrito en las crónicas de multitud de batallas varios siglos antes de que lo relatara la escritora francesa.
Volviendo al presente, la Unión Europea analiza aspectos muy interesantes como que las mujeres obtienen mejores calificaciones académicas que los hombres, que antes de cumplir 34 años ya están ganando un 10% menos que los hombres y que esta brecha se acentúa con la edad sobre todo por causa de la maternidad, pero también por la exigencia que recae sobre las mujeres con motivo del cuidado del hogar y sus integrantes y de las decisiones que toman “de forma voluntaria” para compatibilizar esta obligación con su actividad profesional, asumiendo que su trabajo fuera de casa ocupa un papel secundario.
La Unión europea dice literalmente que “las mujeres abandonan el mercado laboral para ocuparse de sus hijos y/o de familiares a su cargo y, cuando no abandonan el mercado laboral por completo, suelen aceptar puestos menos cualificados para atender sus obligaciones familiares tras su regreso. Las políticas de fomento del equilibrio entre la vida privada y la vida profesional son una condición previa para mejorar la emancipación económica de la mujer, ya que un buen equilibrio entre estos dos ámbitos aumenta las oportunidades de las mujeres en el mercado laboral y elimina los obstáculos de acceso al empleo”.
La Comisión Europea quiere hacer que la conciliación de la vida personal y familiar y la vida profesional sea un hecho. Por ello toma el siguiente compromiso:
“En particular, la Comisión:
- se esforzará por lograr una rápida adopción, por parte de los colegisladores, de la Directiva relativa a la conciliación de la vida familiar y la vida profesional de los progenitores y los cuidadores;
- garantizará la rápida aplicación de las medidas no legislativas establecidas en la Comunicación. “
Pero el marco que permitirá que esta conciliación sea real va mucho más allá de una cierta flexibilidad en los horarios laborales. Es imprescindible equiparar los permisos de ambos progenitores con el objetivo -más allá del obvio de que los dos se involucren en los cuidados y disfruten de las primeras semanas del recién nacido- de que los empleadores salgan del estereotipo de la “menor productividad femenina” en esta etapa vital. Así mismo, es necesario un mayor apoyo público a las familias que permita rebajar la exigencia relacionada con los cuidados de pequeños, mayores y personas con necesidades especiales. Es preciso flexibilizar, además de los horarios, la forma de trabajar y fomentar el teletrabajo. Es preciso inculcar desde la escuela y en las familias la necesidad de compartir las responsabilidades familiares entre hombres y mujeres. Es preciso que el sistema no obligue a las mujeres a elegir su formación o profesión condicionadas por su responsabilidad en el entorno familiar y las obligaciones que ello acarrea.
No es decente que las mujeres -con hijos o sin ellos- tengan que subordinar su desarrollo personal y profesional por el hecho al hecho de tener que atender obligatoriamente tareas que no eligieron o fueron sobrevenidas por acontecimientos imprevistos.
Es responsabilidad de los poderes públicos el reconocimiento de esta situación y el apoyo activo para facilitar la conciliación de la vida privada y profesional y evitar la ampliación de la brecha salarial por género asociada a la maternidad y los cuidados, pero es responsabilidad de todos promover comportamientos solidarios que redunden en un reparto más justo del trabajo que conllevan. Antes o después todos necesitaremos de personas que se preocupen y ocupen de nosotros.