
El trabajo decente es un concepto impulsado por las Naciones Unidas, que lo ha incluido dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El Objetivo 8 pretende “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”.
Así mismo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), agencia tripartita especializada en asuntos laborales, está impulsando el concepto de trabajo decente desde hace décadas. Sin embargo, a pesar de estas y otras iniciativas, no existe una definición universal de trabajo decente de general aceptación. El motivo es claro y obedece a que cada región en el mundo -y los países que las componen- cuentan con un diferente grado de desarrollo económico y social y, además, están dirigidos por distintos regímenes políticos, ideológicos, religiosos, etc. que condicionan las relaciones laborales en cada ámbito geográfico.
El trabajo decentedebe ser una prioridad global, ya que solo a través de un sistema laboral basado en la decencia se puede avanzar hacia una sociedad en la que el crecimiento sea sostenible en términos sociales, económicos y medioambientales.
Además,las relaciones laborales decentes deben aportar eficiencia al mercado de trabajo y resultar beneficiosas para las tres partes: empleadores, trabajadores y Estados. Únicamente cuando las tres partes sean conscientes del beneficio que les comportará trabajar en este marco de decencia será cuando la picaresca o las conductas ilegales se erradiquen del mercado de trabajo.
Pero, ¿sobre qué pilares debe sustentarse este trabajo decente? Desde Integrity Lives & Jobs ponemos nuestro grano de arena para, entre todos, identificar los principios y características que garanticen la decencia en las relaciones laborales. Puesto que esta definición debería ser universal, es posible que haya conceptos que -aunque los conocemos de sobra- no nos resulten tan cercanos en nuestros respectivos entornos. Pero todos ellos son de suma importancia y afectan a la dignidad y condiciones de vida de las personas.
1. Debe cumplir con la legislación vigente, estar regulado por un contrato y excluir prácticas como el trabajo infantil o forzoso
El trabajo decente debe estar regulado según la legislación vigente en cada país, los principios generales establecidos por diferentes organismos internacionales y, por supuesto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La relación laboral entre el empleado y el empleador debe articularse mediante un contrato de trabajo -expreso o tácito- en el que se reflejen con claridad los derechos y obligaciones de cada una de las partes.
En los países donde la figura del contrato no es frecuente en los niveles de menor cualificación deben quedar claramente establecidas las reglas de la relación entre empleadores y empleados, de forma similar a las recogidas en los convenios colectivos o contratos en países de nuestro entorno.
Además, en el ambiente de decencia laboral pretendido no tienen cabida el trabajo infantil ni forzoso, prácticas cuya erradicación debemos combatir de forma activa por todos los medios a nuestro alcance.
2. Debe ser digno, es decir, se debe corresponder con los méritos y condiciones del trabajador
El empleo decente es aquel que dignifica al trabajador, es decir, el que atiende a sus méritos y los recompensa adecuadamente, y que, además, cuenta con condiciones dignas -jornada laboral y horario de trabajo, periodos de descanso, condiciones ambientales y de salubridad del centro de trabajo, respeto entre superiores jerárquicos y empleados y entre éstos entre sí, etc.- que respetan el papel de cada ciudadano en la sociedad.
3. Debe tener una retribución adecuada al esfuerzo y responsabilidad requeridos
El trabajo decente debe garantizar que las personas reciban unos ingresos acordes al puesto, a la función desempeñada y responsabilidad asumida. Estos criterios deben ser coincidentes con el perfil académico y profesional del candidato. Por tanto, el nivel salarial debe estar alineado con las características del puesto y las capacidades requeridas, y no depender de la coyuntura económica del momento. Así mismo, se debe garantizar un salario mínimo que evite la existencia de trabajadores pobres.
4. No debe ser discriminatorio por ningún concepto y en especial por género
El principio de no discriminación debe estar presente en todos y cada uno de los aspectos del ámbito laboral: desde los procesos de selección, a los niveles de retribución y el acceso a puestos de mayor responsabilidad. La discriminación por razón de género, a través de los mal denominados ‘trabajos femeninos’ o del llamado techo de cristal, no debe tener lugar en el trabajo decente. Pero tampoco aquella discriminación que responde a motivos de nacionalidad, procedencia, edad, religión u orientación sexual, entre otros factores.
5. Debe ser inclusivo y accesible a personas con distintas discapacidades
La inclusión de colectivos desfavorecidos es clave para el trabajo decente, cuyo objetivo es que todas las personas tengan acceso a un empleo con garantías que les permita desarrollar sus proyectos personales. Personas en riesgo de exclusión social o con distintas capacidades deben tener un lugar en un entorno laboral que sea por definición inclusivo y abierto.
6. Debe permitir la conciliación entre la vida profesional y la personal y familiar
El empleo decente debe posibilitar la conciliación real y efectiva entre la vida laboral y la personal y familiar de los trabajadores. Para ello, debe favorecer la puesta en marcha de iniciativas y medidas que permitan el pleno desarrollo de ambas áreas sin interferir la una en la otra y dejando espacio para el disfrute del tiempo libre y el cumplimiento de las obligaciones y tareas familiares, como el cuidado y atención a los menores.
7. Debe fomentar la formación y el desarrollo profesional y personal de los trabajadores
El fomento de la formación de los trabajadores en áreas que resulten de interés para su desempeño profesional debe ser un objetivo prioritario para los empleadores. El desarrollo profesional y personal de los empleados va a generar estabilidad y ambiente positivo y creativo en la relación laboral. Tan beneficioso es para el trabajador como para el empleador atender a la proyección de la carrera de los empleados que permita el desempeño de puestos de mayor responsabilidad en las organizaciones. Este esfuerzo se debe ver adecuadamente recompensado.
8. Debe garantizar la salud y seguridad de los trabajadores
La reducción de la siniestralidad y la cobertura en caso de accidente también son pilares fundamentales sobre los que se construye el trabajo decente, que debe blindar la salud y seguridad de los trabajadores, comenzando por la difusión de la importancia de estos términos entre los propios trabajadores.
Además, la seguridad laboral debe prestar especial atención a la protección de la maternidad en el entorno laboral. Reconocida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tiene por objetivo garantizar tanto que las mujeres no puedan ser discriminadas debido a su rol reproductivo, como su seguridad y la de los bebés durante el embarazo y las etapas posteriores.
9. Las condiciones laborales deben propiciar que el trabajador optimice su desempeño
El trabajo decente está estructurado de manera que las condiciones laborales sean favorables para que el trabajador pueda llevar a cabo sus tareas y funciones de manera óptima. Este concepto va más allá de los aspectos establecidos en el contrato laboral, ya que se refieren a todo el entorno, que debe reunir las condiciones necesarias para que el puesto de trabajo sea seguro y adecuado a todos los niveles, desde las instalaciones hasta el mobiliario, pasando por los materiales o las condiciones de climatización. Pero, más allá de los recursos materiales, es fundamental la creación de un ambiente amigable, cercano, empático en el que los trabajadores encuentren la motivación necesaria para dar lo mejor de sí mismos en la ejecución de sus funciones, aportando orden y rigor pero también creatividad a la hora de mejorar los procesos en los que intervienen.
10. El Estado debe recibir los impuestos y cuotas a la seguridad social y atender el pago de las pensiones y subsidios correspondientes
El trabajo en B -trabajo en negro- forma parte de la denominada economía sumergida que supone un porcentaje muy significativo de la actividad económica. Nos referimos a prácticas que evitan el pago de impuestos o cotizaciones mediante diferentes subterfugios. En muchos casos el trabajador se ve obligado a aceptar pagos en negro en contra de su voluntad, pero también -el empleo doméstico es un caso por todos conocido- los propios trabajadores lo fomentan al no encontrar ventajas a corto plazo por legalizar su situación. Esta visión cortoplacista lleva a los empleadores a correr riesgos innecesarios ante las autoridades y a los trabajadores a una pérdida de derechos a largo plazo. El trabajo decente debe fomentar e incluso garantizar el pago de impuestos al Estado y las cuotas a la seguridad social, ya que sólo así se pueden garantizar el pago de las pensiones y los subsidios correspondientes por baja o desempleo.
Fuentes